Todas las personas somos criaturas emocionales. Anota eso en una piedra para que no se te olvide nunca. Si fuéramos lógicos, nadie tendría sobrepeso, por ejemplo: todos comeríamos sano y haríamos ejercicio de manera regular.
Como somos criaturas emocionales, tomamos decisiones emocionales y luego las justificamos con lógica. En psicología eso se llama racionalización: o sea hacer que parezcan racionales las deciciones emotivas que tomamos.
Cuando intentes hacer una venta, concéntrate en las emociones de esa persona.
Lo que realmente le importa a la gente es el qué hay aquí para mí. Eso es, en el fondo, lo que de verdad importa.
Por lo tanto, necesitas descubrir qué es eso que cada persona está buscando, y adaptar tu presentación a esa nacesidad. Averigua cuál es su problema, y solo entonces ofrécele una solución con los productos que vendes.
Por ejemplo, explícale cómo los productos de Granja Magdalena pueden:
- Hacer que su familia se mantenga sana.
- Ayudarle a perder peso para verse mejor.
- Contribuir a estar bien de salud para que tengan más energía para ir en bicicleta de paseo al cerro el fin de semana con sus amigos.
- Hacer que los niños estén más sanos y despiertos en el colegio, y se saquen mejores notas.
O mil cosas más: esos son solo cuatro ejemplos: tu trabajo es hacer preguntas (y, sobre todo, escuchar) para descubrir cuál es el argumento clave que puede convencer a una persona - y decirle lo que necesita escuchar.
Después de hacer eso, personaliza tu discurso de venta en torno a ese punto de interés del cliente, y realizarás más pedidos.
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